Paraíso (Parte I)

Soledad en su casa, soledad en su escuela. 16 horas de total soledad. 16 horas de tristeza. No conozco a ninguna persona que guste de ser infeliz, y ella no era la excepción. Deseó un poco de comprensión, un poco de apoyo. Pero siempre obtenía las mismas respuestas a quien sea que preguntase. Estaba cansada de vivir llorando, de soñar falsas esperanzas, de escribir falsos sentimientos. Un día se levanto como cada mañana. Pero ésta mañana era diferente, porque fue la mañana en que decidió marcharse.

Tomó su mochila, la rellenó de unas cuantas cosas -agua, un pedazo de queso, una barra de chocolate, pan, unos cuantos billetes, lápiz, una libreta pequeña y un mapa- y salió de la puerta de su casa decidida. Y digo decidida porque no dudó ni un segundo sobre su elección... jamás miró atrás. De todos modos, ¿para qué mirar atrás? ¿por sus padres? qué va. Escuchar discusiones sin sentido una y otra vez acaba cansando. Ver cómo no existe el amor jamás la ayudó para confiar su corazón a alguien. ¿Por sus amigos? Dos o tres la extrañarían, los demás la recordarían a lo mucho una semana. ¿Por su escuela? Vamos, se iba a la escuela para escapar de casa, y volvía a casa para escapar de la escuela. Su vida era tan solo un ciclo sin fin y nadie podía ayudarla. 

Ya había caminado varios kilómetros cuando sacó su mapa. Sabrá Dios porqué lo habrá traído si apenas y los entendía. Hasta arriba de la hoja, inclinado un poco a la derecha, se encontraba tachado con una X roja. Al lado se leía Paraíso. Al ver que iba en la dirección correcta, asintió para sí y continuó caminando.

La vista del camino no era nada que valiera la pena apreciar, por ello se sumergió en sus pensamientos. En concreto: el pasado. El pasado jamás había sido su tormento, sí, le había hecho muy malas jugadas pero no solía lamentarlas. Hasta ahora. Vivía en un total añoramiento al pasado. Extrañaba todo, incluyendo ésas pequeñas cosas que nadie le daba importancia. Soñaba con volver a reír hasta no poder respirar, soñaba con el suave tacto de la felicidad volviendo rosas sus cachetes; soñaba con poder cambiar sus decisiones. Ella estaba consciente de que siempre pudo haberlo hecho mejor: Pudo haber mentido mejor, puedo haber dicho no, pudo haber ignorado. Hubiera, hubiera, hubiera. Esa palabra. Esa palabra siempre retumbando en su cabeza.



Unknown

Cinéfila hasta la médula.

4 comentarios:

  1. Hola!
    No sé si te acuerdas de mí, pasé por aquí hace unos meses. Sé que debería haberte visitado antes, pero por una cosa y otra no lo hice. Y ahora estoy aquí :)
    Me ha gustado este texto. Espero leer más sobre esto, me interesa la historia.

    Besos♥

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    Respuestas
    1. Claro que te recuerdo. Hmmm mereces un castigo¬¬ No es cierto! Bienvenida de vuelta, me alegra saber que sigues viva(:
      Justo ando preparando las siguientes partes. Saludines!

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  2. Ah, por cierto, pasaré por tus otras entradas, por las que alcance a leer y comentar :)

    Besos♥

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