Paraíso (Parte II)

Conforme se iba acercando a la X de su mapa, comenzaba a sentirse más sola. 

¿Por qué? -se preguntó. 

Llevaba sintiéndose sola desde hace tiempo. Claro, a veces olvidaba su soledad, pero otras estaba totalmente sumergida en ella que lo único que podía hacer era pasarse los días tumbada en la cama. Ella vivía bajo una mentira. Pero no cualquier mentira: en una hermosa mentira. Siempre le decían que estarían para ella, que la cuidarían, que la querían. La decidida chica soltó una pequeña risa. Se preguntó cuántas veces había sido defraudada ya, cuántas veces había sido abandonada... Cuántas veces había sido feliz para al final, terminar siendo pisoteada.

Intentó eliminar el pensamiento de su cabeza. No le vio el caso de seguir atormentándose porque ya había llegado. Ahí estaba la entrada, frente suyo. No podía ver el interior del lugar, ya que altos y frondosos árboles tapaban su vista. Cuando alzó la mirada para ver los árboles, se percató del cielo. Mierda -pensó-. Era el cielo más bello que había visto. No era el típico azul de todos los días, éste azul era potente, pero suave al mismo tiempo. Las nubes nadaban en él, la brisa danzaba sobre él y sus ojos se hipnotizaban cada vez más. Cómo si el azul no fuera lo suficientemente hermoso ya junto con sus nubes, las hojas más altas de los árboles se veían maravillosas mientras galopeaban. Un pequeño pájaro voló de repente entre todos los perfectamente unidos elementos anteriores. 

Mierda -repitió- esto es sin duda El Paraíso.

Sin duda lo era. Pensó en si debía o no dibujar el paisaje, pero decidió tomarle una fotografía mental y guardarla en su memoria. Con la decisión tomada, se encaminó a tan añorado lugar. Al entrar pudo notar una suave brisa recorriendo su piel. A su nariz llegó el dulce aroma que desprendían los árboles. Había pequeñas flores de varios colores, pequeños y grandes troncos caídos con pequeños insectos, mariposas que desprendían un pequeño brillo mientras volaban. Escuchó un leve movimiento detrás suyo, al voltearse, vio que un pequeño conejo se asomaba curioso. Dejó escapar una pequeña sonrisa. 

De repente, su sangre corrió más deprisa, su corazón se aceleró y en menos de un segundo, sus pies comenzaron a correr a toda velocidad. Corrió de todas las formas: dando pequeños saltos, riendo a carcajadas, alzando los brazos, dando vueltas. Su cabello danzaba tan libre pero tan sincronizado, al mismo tiempo. Como una bailarina. Sus ojos volvieron a tener ése color particular que los caracterizaban; una mezcla entre azul claro y verde, ojos decididos y fuertes... dreamy eyes, como diría su tío. Así como empezó a correr, se detuvo. Respiraba deprisa, pero no estaba cansada. Seguía teniendo una amplia sonrisa.





-Padme

Primera Parte
Tercera Parte

Unknown

Cinéfila hasta la médula.

2 comentarios:

  1. Waa esta genial el texto *---* y ahora noto que tiene primera parte, la leere ;)

    Besos~

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